En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados, enfrentamos un problema insidioso: la desconfianza en las imágenes que vemos, incluso cuando son reales. Los deepfakes, aquellas imágenes y vídeos falsos generados por modelos de IA generativa, han alcanzado un nivel de sofisticación que puede engañarnos fácilmente. Ejemplos recientes incluyen la imagen viral del Papa con un anorak moderno o el supuesto arresto de Donald Trump. Estos engaños nos obligan a ser cada vez más escépticos con lo que vemos en redes sociales.
Desinformación y OSINT
Elliot Higgins, un destacado analista de OSINT (Inteligencia de Fuentes Abiertas), fundó Bellingcat, una agencia que se ha convertido en referente en la lucha contra la desinformación. En una entrevista reciente con Wired, Higgins expresó una preocupación profunda: «cuando la gente piensa en la IA, piensa: ‘Oh, va a engañar a la gente para que crea cosas que no son ciertas’. Pero lo que realmente está haciendo es dar permiso a la gente para no creer cosas que son verdad». Este fenómeno refleja el dilema actual donde, debido a la proliferación de deepfakes, la confianza en las imágenes auténticas también se ve comprometida.
La Realidad Bajo Sospecha
La IA ha logrado que, frente a la constante exposición a imágenes manipuladas, cuestionemos la autenticidad de fotografías genuinas. Un ejemplo notable es la publicación de una imagen real de un periodista rodeado de personas, que un sistema de detección automatizada erróneamente identificó como generada por IA. Este error pone en evidencia los límites de la tecnología actual para distinguir entre realidad y ficción.
El Desafío de las Máquinas y la Percepción Humana
Los sistemas automáticos de detección de imágenes generadas por IA pueden fallar, y los seres humanos no somos infalibles. Plataformas como Midjourney han demostrado que los modelos de IA generativa pueden crear imágenes fotorrealistas con tal precisión que resulta casi imposible diferenciarlas de las reales. Este problema no se limita a las fotografías; la creación de deepfakes de vídeo, con personas que hablan y se mueven de manera convincente, añade otra capa de complejidad. La evolución en este ámbito es tal que podríamos llegar a desconfiar incluso de vídeos auténticos.
Una Crisis de Confianza en la Era de la IA
La proliferación de deepfakes y otros contenidos generados por IA plantea un desafío significativo para nuestra capacidad de discernir la verdad visual. Mientras la tecnología sigue avanzando, es esencial desarrollar métodos más fiables para verificar la autenticidad de imágenes y vídeos. De lo contrario, corremos el riesgo de caer en un estado de escepticismo permanente donde, ante la duda, desconfiemos de todo lo que vemos, incluso de lo que es verdadero.
La solución a este problema no es simple y requerirá una combinación de innovación tecnológica, educación y una vigilancia constante para mantener la integridad de la información visual en nuestra sociedad.